Agosto, perra.
A menudo dejo de hacer lo que hago a menudo.
Guarda las guirnaldas gilipollas / Guardá las guirnaldas gilipollas
Osobuco
Siempre me sorprende el ascensor. Tengo una intensa relación de amor-odio con algunos objetos. La más intensa e interesante es la que tengo con los ómnibus. Si alguien me ve en la calle, puede pensar que puedo llegar a pensar que puede pensar que puedo estar loco. Se equivoca. Aunque si piensa sin pensar en lo que yo podría pensar, quizás le acierte. Les grito. Los insulto. Cuando pasan para el otro lado, o cuando pasan y no los necesito. Y cuando llegan, al subir, les pego una palmadita, con cariño, mientras entro, sintiendo ese acogedor abrazo similar al que te dieron cuando te diste la frente contra el filo de la puerta que la enfermera había dejado a medio cerrar, y no lloraste, hasta unos minutos después. Los odio profundamente, tan profundamente como los amo.
Todavía no se porque decidí escribir esto.
O sea, estamos en el mes ocho, mes que ni pincha ni corta. El último mes que pasa relativamente cerca, digo, lento, con respecto a los venideros, los cuales por estar más próximos a algo llamado final de algo llamado año (creo que es una medida, pero que se les fue de las manos y esto ahora genera situaciones, emociones, acciones impensables poseyendo consecuencias literalmente increíbles) pasan más rápido, y las personas se enloquecen un poco por esto, y suelen arrancar el gym para estar más prettys para el verano, a ponerse a estudiar para no tener exámenes en el verano, y otras más cosas, también por el verano. Todo indicaría que el verano es el objetivo. Podríamos estar hablando del sentido de la vida de muchas personas, el sentido colectivo de vida, el sentido colectivo de vida del uruguayo. Es verdad. Si, leyeron bien. Es verdad dije. ¿Alguien aquí presente vió una película llamada “La cuestión humana”?, bueno, ya que no escucho respuestas, se la recomiendo. Esto de las vacaciones, cosa que la mayoría -ya que estamos hablando de la mayoría- guarda para el verano, es una cuestión que da mucho para hablar, pero como no soy un tipo de los que hablan solos, no voy a hablar de eso. Además, y muchísimo más además, porque estoy escribiendo.
, mantras distorcionados
Pero como ya es sabido, los patos y los gansos son anátidas. Aunque uno tiene la particularidad de contar con un cuello más largo que el otro. (Espacio cedido al Ministerio de Educación y Cultura)
Este espacio también se pretendía ceder, pero como es radical no cede. Y agrega: “Mi muñeca me habló, me dijo cosas, que no puedo repetir, porque me habla solo a mí. Mi muñeca me habló, me dijo cosas, que no puedo repetir, porque me habla solo a mí. Me dijo cosas tan secretas, que tú no puedes oir, me confesó algunos pecados, que prefiero no decir. Me dijo algunas cosas locas, que no te voy a contar, tocamos temas muy profundos muy difíciles de hablar. Mi muñeca me habló, me dijo cosas que no puedo repetir porque me habla solo a mí. Y aunque no creas lo que ella habla, de verdad es parlanchina, se sabe un montón de cuentos sucios de la vecina. Pone cara de inocente, pero es tan peleadora, mi muñeca sabe todo, es como una grabadora. Mi muñeca me habló, me dijo cosas, que no puedo repetir, porque me habla solo a mí. Mi muñeca me habló, me dijo cosas, que no puedo repetir, porque me habla solo a mí.”
Raquel*
Al fin se termina este mes de mierda / ¿Qué mes? / Agosto, perra.
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